lunes, 31 de agosto de 2009

El tabaco: la planta de Pandora.


En los últimos días me sorprendió ver a personas jóvenes, casi adolescentes, fumando.
Es incomprensible que alguien supuestamente dotado de inteligencia y discernimiento decida inhalar un humo cargado de sustancias tóxicas y cancerígenas. Y existe quien dice que hace falta más información.
El tabaco ya se usaba antes de la llegada de Colón. Desde entonces se ha visto que provoca daños severos a la salud de los que fuman y de quienes conviven con ellos. Visto así, fumar es una conducta suicida y además es anti-social pues el que fuma ataca a las personas a su alrededor, en su salud y en su economía. Lo más sorprendente es que los fumadores pasivos toleren y hasta muestren simpatía por quienes están intentando asesinarlos muy, muy despacito y con una muerte espantosa. No debemos olvidar que los fumadores activos o pasivos, son candidatos al infarto y a un catálogo enorme de tumores, desde pulmón hasta lengua.
El Barcelona (España) se hizo público ayer que los infartos relacionados con el uso de tabaco disminuyeron un 70% desde la implantación de la Ley anti-tabaco en 2005. Visto de otra manera: en sólo cuatro años, la prohibición de fumar en locales abiertos al público y centros laborales ha salvado la vida a 7 de cada 10 personas que, de otra manera, estarían abonando nuevas plantaciones.
¿Qué necesita un joven para aplicar la inteligencia a su vida? ¿Qué incentivo le aporta el uso de esta planta asesina? ¿Creen que se ven más atractivos? ¿La piel gris, mustia y seca es más sexy? ¿Tal vez les gusta el aliento que produce el tabaco o la seguridad de que su muerte será prematura y dolorosa?
Las modas suicidas no son nuevas. Durante el Romanticismo resultaba elegante vivir triste y famélico y morir joven, preferentemente de tuberculosis.
El Dr. David Heber, el más prestigioso nutricionista en la actualidad y presidente del Consejo Médico y del Consejo Asesor Científico de Herbalife International, escribió que la promoción de un estilo de vida saludable es muy difícil debido a "la resistencia al cambio". O sea, preferimos mantener nuestro estilo de vida aunque nos cueste la vida.
Quienes me han tratado largo tiempo saben que no comulgo con "pañitos calientes". Respecto a los fumadores he propuesto desde hace años que la asistencia sanitaria a fumadores debe ser de pago. Si ellos persisten en su vicio, el Estado no debe gastar recursos en atenderles. Creo que si la amenaza de una muerte terrible no les frena, esto tampoco. Pero al menos, unos recursos que se desperdician podrían usarse en otros destinos.
El pasado 25, el Servicio de Salud de Estados Unidos publicó en su web (http://healthfinder.gov) un artículo sobre los perjuicios del uso del tabaco. En resumen "El uso del tabaco mata a unos seis millones de personas en el mundo cada año, además de desangrar la economía global en quinientos millones de dólares al año por productividad perdida, uso indebido de recursos y muertes prematuras."
Seis millones de seres humanos llevan su adicción hasta la tumba cada año. ¿Cuántos más deben morir para que dejemos de usar esta droga?
Quinientos millones de US$ se pierden cada año por su culpa. Y hasta ahora no se les ha pedido responsabilidad penal por malversación de dinero público.

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