lunes, 28 de junio de 2010

Obsesión por la comida sana

Siempre insisto en la conveniencia de cuidar la alimentación, lo que comemos. Una dieta balanceada, rica en nutrientes, variada, junto con ejercicio físico moderado y habitual, son las bases para envejecer con salud.
La exageración es inadecuada en todas las áreas de la vida. Los excesos en un sentido o en el otro tienen consecuencias indeseadas.
Y hablando de excesos y de ser cuidadosos con nuestra alimentación, aparece un grupo de personas que se exceden.
La comunidad médica inventó el "palabro" ortorexia (del griego apetito + correcto). Se trata de una obsesión patológica por la comida sana, consumiendo sólo alimentos biológicamente puros, sin aditivos, colorantes ni conservantes.
En una sociedad donde los alimentos son procesados sin nuestro control, esta actitud patología tiene dos consecuencias predecibles:
  1. La frustración por no encontrar alimentos que cumpla sus requisitos, salvo que ellos mismos los produzcan.
  2. El déficit nutricional inevitable al rechazar muchas comidas.
Como los trastornos relacionados con la alimentación conocidos, sus efectos son los contrarios a los que persiguen. En lugar de mantenerse saludables física y mentalmente, acaban convirtiéndose en unos enfermos socialmente aislados, culpabilizados por su incapacidad para cumplir sus metas nutricionales y con una calidad de vida disminuida.
En definitiva, cuidar la alimentación sí, pero con sensatez y sin obsesiones.
¿Quieres saber más? http://www.pulevasalud.com/

martes, 22 de junio de 2010

Niveles altos y bajos de manganeso pueden afectar el desarrollo cerebral de los bebés.

La doctora Birgit Claus Henn, de la Escuela de Salud Pública de Harvard, en Boston, EE.UU., dirigió un estudio sobre los efectos que niveles relativamente altos o bajos de manganeso en sangre podrían causar sobre el desarrollo intelectual durante el primer año de vida. Para ello, estudiaron una población estadística de 448 niños mexicanos.

El estudio los analizó desde el nacimiento hasta los 3 años. Cada seis meses, los autores hicieron pruebas normalizadas de desarrollo mental, que incluyeron pruebas de vocalización, comunicación, memoria y resolución de problemas.

El equipo de Henn halló que a los 12 meses, los niños que ocupaban el 20 por ciento inferior o el 20 por ciento superior de la escala, según sus niveles de manganeso en sangre, tenían un rendimiento 3 puntos más bajo, en un test normalizado de desarrollo mental, que el resto del grupo.

Eso no prueba que el manganeso, que se encuentra en la comida, el agua, el aire y el suelo, sea la causa del retraso del desarrollo.

Pero coincide con la noción generalizada sobre los efectos del manganeso: se necesitan pequeñas cantidades en la dieta para que el sistema nervioso funcione normalmente, mientras que grandes cantidades son dañinas para el cuerpo.

Según Henn, esa diferencia es similar a la que se observa cuando el nivel de plomo en sangre aumenta de 10 a 30 microgramos/dL.

De todos modos, para Henn es posible que otros factores, por ejemplo la exposición a otras sustancias tóxicas, puedan explicar los resultados.

Dado que éste es el primer estudio sobre los niveles de manganeso en sangre y el desarrollo cerebral en bebés, Henn dijo que los resultados "deberían interpretarse cuidadosamente".

lunes, 7 de junio de 2010

¿Qué clase de "comedor" eres?

Obesidad y patrones de conducta.

Los profesionales sanitarios analizan el comportamiento ante los alimentos de los pacientes con exceso de peso que atienden. El fin último es aportar soluciones realistas adaptadas a cada individuo. La conducta alimentaria de cada paciente tiene bastante importancia en el desarrollo del sobrepeso y la obesidad. 
Las personas aquejadas de exceso de peso se identifican con alguno de estos patrones o estilos de comer, siendo habitual una combinación de varios:

  • Consumidores de grandes raciones (o "bigger", su denominación popular en lengua inglesa): son quienes en su vida diaria comen grandes cantidades de alimentos, porciones exageradas, por encima de la cantidad aconsejable para su situación y, en consecuencia, superiores a las raciones que precisan para suplir sus necesidades.
  • Lamineros o dulceros ("sweeter"): tienen una especial predilección y afición por los dulces. Por lo general, sucumben con facilidad ante la presencia en la mesa de alimentos dulces y azucarados y tienden a abusar de ellos.
  • Picoteadores ("snacker"): individuos incapaces de refrenar el deseo de comer cuando tienen alimentos a la vista, con independencia de si sienten hambre o no, si han comido hace poco tiempo o van a comer en breve. En este caso, el picoteo hace referencia al hecho de comer con frecuencia y fuera de las horas establecidas, además de éstas.
  • Practicantes de dieta continua ("dieter"): personas en situación de sobrepeso o con pocos kilos de más, sin trascendencia para su salud, aunque sí con gran importancia estética para ellas. Recurren con asiduidad, e incluso, de manera compulsiva, a diversos sistemas dietéticos. En la mayoría de los casos, siguen dietas milagro. Con estas prácticas insanas agravan su situación, al ganar peso cada vez con más frecuencia y de manera más fácil.
Adelgazar de forma exitosa y mantener el peso con el paso de los años no es una tarea fácil, ya que no sólo depende de la voluntad para conseguirlo. Pero tampoco es imposible. 
En 1958, dos relevantes psiquiatras, investigadores en el ámbito de los trastornos de la conducta alimentaria, los doctores Albert J. Stunkard y Mavis McLaren-Hume, sentenciaron de forma poco halagüeña que "la mayoría de las personas obesas no seguirá nunca un tratamiento para la obesidad. De quienes lo inicien, un gran número no conseguirá perder un peso significativo y, entre quienes sí lo consigan, gran parte lo recuperará".

No obstante, a día de hoy, tanto las herramientas terapéuticas como la preparación de los profesionales han evolucionado tanto como para poder ofrecer, en este terreno, unas mayores garantías de éxito. Esto será así siempre y cuando el adelgazamiento se prevea más como un cambio definitivo hacia un mejor estilo de vida que como una estrategia pasajera.

Así pues, la única forma inteligente de controlar el sobrepeso es eliminando las causas que nos llevaron a él, es decir, modificar nuestro patrón de conducta alimentaria insano por otro saludable.


Fuente consultada: Consumer Eroski